Era una mañana del 22 de septiembre de 1842, en el poblado de Alton Illinois cuando Abraham Lincoln se preparaba para enfrentar un duelo. Había elegido como arma el "sable" ya que por su estatura y brazos largos le daría una ventaja por su alcance.
¿Por qué Lincoln estaba esperando morir o matar? James Shields, era su oponente, el hombre que lo había retado a un duelo motivo por el escarnio sufrido por las diversas cartas que Lincoln había escrito en su contra. Dos hombres que antes habían luchado juntos en el congreso, aun siendo disidentes en su formación política.
Lincoln no tenía twitter en áquel entonces; utilizaba el Sangamo Journal como su herramienta para trolear, no firmaba sus cartas son su nombre, "Rebecca" era el Seudónimo que lo cobijaba. Sin embargo su identidad fue descubierta, y el objetivo de sus criticas, solicitó que retirara sus acusaciones, a lo que Lincoln se negó y no quedó a Shields otro camino, más que retar a Lincoln a duelo con la finalidad de salvaguardar su honor.
Esta historia termina donde los padrinos de ambos duelistas, lograron enmendar los agravios y el combate no sucedió y cuando a Lincoln se le preguntaba sobre éste evento, pedía no volver a mencionarlo.
¿Que pasaría si los trollers cibernéticos supieran que sus actos tienen consecuencias? Y mejor aún, que esas consecuencias tuvieran repecursiones directas sobre su integridad. El daño emocional también deja heridas que nunca sanan. La palabra dicha es como la flecha lanzada. Cuidemos pues, hacía donde apuntamos.
Me he negado a ver la serie de Narcos, pero cuando salió la serie del Chapo fue imposible escapar de ella. La promoción recurrente en Netflix y después la prensa en todos lados. Imagino que por vivir en Tijuana, es un contenido demandado por los IPs de la ciudad, así el algoritmo lo sabe y lo recomienda.
Y así fue, la serie del chapo engancha en sus primeros capitulos, maneja muy bien el concepto de dejarte a la expectativa del desenlace faltando un minuto para que termine el capitulo y tengas que ver el siguiente para conocer el final. Esa técnica que me mantuvo al pie del sillón cuando vi por primera vez Breaking Bad fue bien explotada en la serie del Chapo.
Me he negado a ver Narcos porque sé que a través de la historía tenemos villanos que se convierten en héroes y viceversa. La fama es cosa rara, el día de ayer, imputaron a Rafa Márquez con el narco, y mi conclusión es que sería la temática perfecta para una nueva serie de televisión.
Ahora bien, la negativa a ver la serie de Narcos viene del siguiente tren de pensamiento. Al pagar por Netflix, estoy apoyando un servicio y una empresa. Cuando esa empresa elige hacer apología del delito, ¿lo estoy apoyando? o ¿lo apoyo al hacer click sobre la serie y darle tiempo de atención.
Creo que habrá que darle a casa cosa su lugar. Netflix es un medio de entretenimiento que bien aprovechado aporta cultura y conocimiento. Lo importante es lo que hacemos con esa información y como la utilizamos para ser mejores ciudadanos. Ver o escuchar por entretenimiento personal trae como consecuencia efectos personales que no deberían replicarse y afectar nocivamente a la sociedad. La otra salida es la censura, la penalización del entretenimiento y eso históricamente nunca ha tenido un buen resultado.
No es un precio que se puede pagar, y que pueda modificar con ceros al final de un número en un cheque. El precio que se paga por la honradez, es el de la paciencia y el sacrificio.
Ser honrado requiere la paciencia del horticultor. Esperar colectar frutos de la semilla plantada al día siguiente, es una insesatez que solo puede ser apaciguada con emociones pasajeras.
Cuando dicen que el dinero y el poder cambia a las personas, pienso que tal vez solamente demuestra lo que realmente son. ¿Y que somos al final? Humanos, que basamos nuestras decisiones en un equilibrio entre la razón y la emoción y en la lucha de ser mejores día a día, la mayor pelea siempre es la interna, la discusiones que solo suceden en nuestra mente.
Hay ocasiones que por la fuerza, la vida nos invita a que esas discusiones sean el pan de nuestro cada día, pero para los que tenemos la elección; esa instrospección es una expectativa que tiene ser dispuesta en una agenda para hacerse paso entre las distracciones rutinarias de vivir.
Los libros de historia son confusos. Hay que saber: ¿quien lo escribió? y preguntarse el porqué, cómo y cuando. Esas preguntas se responden con más facilidad leyendo muchos libros de historia, los cuales no son los más pópulares.
Pero leer la historia nos aporta mucho, hoy en día tenemos en youtube un recurso de videoteca que nos permite hacernos de un criterio (si no queremos leer). Mi otro recurso son los Podcasts, son la mejor manera de desconectarme el tráfico y manejar de forma autómata.
Hoy venía escuchando noticias de Venezuela, comentarios de la oposición a Nicolas Máduro, señalando que es un dictador que oprime al pueblo.
Algo que he aprendido de la historia es que los buenos no son tan buenos y los malos no son tan malos. Inevitablemente, elegir una profesión que implica tomar decisiones, nos va llevando poco a poco a desarrollar un perfil y por eso tenemos ideologías de izquierda, derecha o centro.
Aquí desde mi vehículo y con mi podcast, creo en todo lo que se dice de Maduro, y también creo en algunas cosas que se dirán en contra de la oposición.
Lo que siempre me ha causado conflicto, es culpar a una sola persona por un conflicto nacional. ¿Que pasaría si un soldado decidiera rechazar una orden? ¿Estaría desobedeciendo el juramento que hizo a la patria? ¿Que pasa cuando la patria es secuestrada?
La realidad es que el ejercito cumple una función de ejecución, los debates y razonamientos están fuera de su alcance y por buenas razones. Recordemos que históricamente las transiciones de gobiernos suceden principalmente a través de los militares. Es decir, que cuando esos militares toman la iniciativa y en lugar de ejecutar, actúan por su cuenta, la historia nos demuestra que tienden a ser malos gobernantes o al menos así lo parecen, porque son insensibles a una formación civil, donde la patria es un concepto que el ciudadano experimenta principalmente a través de partidos de futbol.