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La honradez tiene un precio.


No es un precio que se puede pagar, y que pueda modificar con ceros al final de un número en un cheque. El precio que se paga por la honradez, es el de la paciencia y el sacrificio. 


Ser honrado requiere la paciencia del horticultor. Esperar colectar frutos de la semilla plantada al día siguiente, es una insesatez que solo puede ser apaciguada con emociones pasajeras.



Cuando dicen que el dinero y el poder cambia a las personas, pienso que tal vez solamente demuestra lo que realmente son. ¿Y que somos al final? Humanos, que basamos nuestras decisiones en un equilibrio entre la razón y la emoción y en la lucha de ser mejores día a día, la mayor pelea siempre es la interna, la discusiones que solo suceden en nuestra mente. 



Hay ocasiones que por la fuerza, la vida nos invita a que esas discusiones sean el pan de nuestro cada día, pero para los que tenemos la elección; esa instrospección es una expectativa que tiene ser dispuesta en una agenda para hacerse paso entre las distracciones  rutinarias de vivir. 



Por lo pronto, el siguiente video nos dará 10 minutos de instrospección. 








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